Registro de salida: «Corsé»

Registro de salida

Este término, muy habitual en el argot del mundo de los museos para indicar que las piezas se mueven (del almacén o las salas expositivas hacia otro lado), lo usamos ahora desde el Museo de Historia y Antropología de Tenerife para hacerte llegar digitalmente algunos de sus fondos.
FOTO Corsé delantera
 
 

«Corsé [23. 2019. 1342]»


Este corsé para adolescente, datado en las primeras décadas del siglo XIX, es de género de lino, doble, de hilatura y tejeduría manual, posiblemente del país, con ligamento de tafetán y de confección y costura igualmente manual.

Posee asillas regulables que se ajustan en la parte delantera por medio de cordones y ojetes. Está abierto totalmente por detrás con otros doce pares de ojetes que en origen fueron metálicos, pero algunos de ellos se perdieron y se rehicieron con hilo en punto de festón, para enhebrarlo y ajustarlo al torso. El patrón se compone de tres piezas, una delantera y dos traseras, más las asillas, despiece más o menos complejo que se completa por delante con nesgas con puntas de flecha bordadas en amarillo pálido, insertas, dos a la altura de las caderas y cuatro en la parte del pecho, donde posee un cordoncillo con el que se moldearía la forma de los senos. En la parte trasera presenta también, a la altura de las caderas, otras dos nesgas, pero sin bordado. Todo su perímetro exterior posee ribete perimetral del mismo género: lino.

Si bien no tiene ballenas, entre los pechos hay una abertura a modo de bolsillo donde se podía insertar una pieza de madera u otro material para mantener rígido el corsé, que se denominaba busk, la cual se cierra por su parte inferior con cuatro ojetes y cordón.

Fue donado al Museo en el año 2019 y según las medidas que posee, el perímetro de la cintura de la joven que lo vistió en tiempos pasados estaría en torno a los 48cm.

Presenta manchas de humedad, algunos desgarros, rotos y zurcidos, pero para las colecciones del museo supone una interesante, curiosa e inusual prenda que forma parte de la familia de los corsés, junto a otros de finales del XIX y principios del XX que completan la colección.

Si bien desde tiempos remotos han existido diferentes artefactos que moldeaban el cuerpo de las mujeres, es a partir de los siglos XIV y XV cuando se confeccionaron estas piezas denominadas corsé, entrando a formar parte fundamental de la ropa interior femenina, y que salvo periodos cortos como fue la etapa posterior a la revolución francesa, en el que la moda preconizaba un vestido más holgado, de fina tela y anudado bajo el pecho, no dejó de usarse, en algunos lugares, hasta casi mediados del siglo XX, transformado a los nuevos materiales.

Con la finalidad de conseguir la rigidez que los caracterizaba, pasaron de confeccionarse con varias capas de lienzo encolado o de cuero, a introducir en su estructura varillas de caña y mimbre, elementos que en el siglo XVII se sustituyen por barbas de ballena, para más tarde fabricarlas metálicas, en tejidos como el lino, la seda y el algodón, muchos de ellos con distintas guarniciones decorativas.

Es interesante destacar que no sólo los usaban las mujeres, sino que también había corsés para niños y para niñas “…el corsé volvió a ser una vez más un elemento esencial del vestido femenino incluso para las niñas. Un anuncio de la época [1822] aconsejaba a una madre que tumbase a su hija de cara el suelo para que pudiese poner un pie en la parte más estrecha de la espalda y consiguiera tirar de los cordones hasta que estuvieran lo suficientemente prietos”.[1] Incluso por estas mismas fechas los hombres elegantes también usaron corsé.

[1] Laver, James. Breve historia del traje y de la moda. Cátedra Ensayos Arte. Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S.A.), Madrid, 2005, p. 164