Registro de salida: «Cinta de carrera de sortija»

Registro de salida

Este término, muy habitual en el argot del mundo de los museos para indicar que las piezas se mueven (del almacén o las salas expositivas hacia otro lado), lo usamos ahora desde el Museo de Historia y Antropología de Tenerife para hacerte llegar digitalmente algunos de sus fondos.
Museos de Tenerife
 
 

«Cinta de carrera de sortija [12.2002. 1086»


Se trata de una banda de seda de fabricación industrial, tejida con urdimbre beige y trama rosada, con ligamento de sarga de 3x1, más brillante por el derecho que por el revés. Presenta bordado manual de aplicación con motivo de putto o erote, contorneado en todo su perímetro exterior en punto de festón blanco. En hilo marrón tiene efectos de sombreado, con diminutas puntadas en su cuerpo y las alas. Se ha empleado hilo metálico dorado para el cabello, para la pequeña lanza que lleva en la mano derecha con la que ensarta la cinta, así como para el texto que aparece y en el que puede leerse: sortija Taoro Orotava 1895.

El bordado de la cinta también presenta un ramo de flores (bajo el angelito), en el que los pétalos están bordados en hilo de seda de color blanco, a realce o punto llano, los estambres, amarillos, en punto de nudos y las hojas del tallo, de igual color que los pétalos, a la manera de punto difuminado.

La longitud de la cinta (cercana a los dos metros) se remata en uno de los lados con flecos naturales que se unen entre ellos mediante nudos de macramé; a la otra punta de forma triangular, que adquiere por el plegado y una pequeña tabla, se le ha cosido una tira de género de lino blanco con anilla metálica.

Esta cinta era usada en las denominadas como carrera de sortija, que tenían lugar a caballo en el antiguo Hotel Taoro. El hotel, en su primera etapa denominado como The English Grand Hotel Taoro, destacado establecimiento turístico de la isla de Tenerife, se construyó en dos fases que se inauguraron respectivamente en 1890 y 1893. Desde sus inicios fue una preocupación fundamental de la sociedad que lo creó, no sólo que el edificio contara con todos los adelantos técnicos y servicios que facilitaran la estancia de sus destacados huéspedes, sino que en el entorno del hotel hubieran espacios y jardines que sirvieran para su distracción y solaz, tarea que llegó a convertirse en una obsesión para el primer gerente, don Domingo Aguilar y Quesada[i], quien logró que fuera un lugar muy alabado y elogiado en su momento.

Los amplios jardines del Taoro combinaban el paisajismo francés e inglés. En el patio contrario a su fachada principal, la simetría y el orden que se traslucía a partir de la distribución de espacios ocupados por arbustos bien podados, césped y plantíos de flores, contrastaba y se continuaba en la parte diseñada de tipo inglés. En él combinaban árboles, arbustos, frutales, estanque, animales, cenadores… y se localizaba el Camino de la sortija. En este lugar se celebraban, algunos domingos, las carreras de sortija en la que intervenía gente de la zona y turistas. La viajera inglesa Margaret D´Este, fue testigo de una de estas carreras y lo narra en su libro publicado en 1909[ii]:

… En el salón se llevaba a cabo una inspección de las cintas que iban a ser conquistadas y exhibidas por los futuros ganadores, porque cada sortija lleva consigo una cinta y cuanto más pequeña sea la sortija, y algunas no eran mayores que un anillo de boda, mejor es el premio. Unas cuarenta exquisitas cintas, o mejor fajines, colgaban de una cuerda… Las más sencillas eran simplemente cortes de anchas cintas de seda, tartán, chiné o tricolor, con encajes en sus extremos; ahora bien, las más costosas eran de satén, pintado a mano o bordado con flores, y algunas de las más bellas, regaladas por residentes o visitantes, estaban decoradas con medallones pintados por un buen artista y tenían una inscripción con la fecha de cuando se ganó.

… y los espectadores, unos doscientos, se fueron al jardín y se sentaron a ambos lados de la pista de arena..

En estas carreras, doce jinetes en total de los que tres eran mujeres, competían uno tras otro, con una pequeña lanza de madera al tiempo que galopaban por debajo de la barra; después de cada ronda volvían al punto de partida con el trofeo recién conseguido expuesto sobre el pecho a modo de fajín...

Con el paso del tiempo, parte del espacio que ocupaban los jardines del Hotel Taoro fue perdiendo la flora que lo caracterizaba. Hoy sigue existiendo esa denominación como paseo no asfaltado, delimitado en uno de sus lados por la calle de Suiza y en la dirección contraria, cortado por la carretera del Taoro que llega hasta el mismo hotel.

La cinta es una pieza más del conjunto formado por objetos y documentos referidos a la historia del mencionado establecimiento hotelero. Algunos de ellos fueron adquiridos por el museo y otros llegaron como depósito del Cabildo Insular de Tenerife.

NOTA: adjuntamos a esta pieza un grabado original, propiedad del museo: Damen Kingelftdfen auf Teneriffa (Kanarifche-Infeln). Alemania, c. 1880

[i] GUIMERÁ RAVINA, Agustín. El Hotel Taoro: cien años de turismo en Tenerife (1890-1990). Litografía Romero, Santa Cruz de Tenerife, 1991
[ii] D'ESTE, Margaret: Viajando por Canarias con una cámara, Editorial Benchomo S. L., Tenerife, 2009 [1909], p. X.