La Isla de Tenerife

La Isla de Tenerife

Este espacio supone la introducción a los ocho ámbitos en los que se divide el discurso del museo. Las primeras noticias que se tienen de las Islas Canarias, desde las recogidas en los textos clásicos hasta el siglo XV, están impregnadas de fábula y ficción, como son los mitos relacionados con Los Campos Elíseos, Islas de la Fortuna o Jardín de las Hespérides. La geografía de la isla de Tenerife juega un papel fundamental desde el punto de vista de las características climáticas, hidrográficas u orográficas, en cuanto que condiciona no sólo las actividades económicas, las relaciones comerciales, la configuración de un tipo de sociedad, el cultivo de unas u otras especies, la implantación de unas determinadas instituciones, sino también, ya en el siglo XX, la propia emigración hacia unos puntos concretos del globo, o la fundación de ciudades como es el caso de San Cristóbal de La Laguna.

El Adelantado, Alonso Fernández de Lugo, eligió para la localización de su ciudad un terreno emplazado junto a un espacio lacustre, allí donde existía una planicie rodeada de montañas que se convirtieron en las murallas y bastiones naturales del nuevo asentamiento. Además, este territorio presentaba en su perímetro varios barrancos que surtían al núcleo poblacional con abundantes caudales de agua, al tiempo que contaba en sus inmediaciones con suficientes recursos forestales para satisfacer sus necesidades más acuciantes. Asimismo, la naciente urbe se encontraba relativamente bien conectada con la costa más cercana, de la cual dependía su comunicación con el exterior. Por lo tanto, se puede afirmar que estas razones geográficas fueron suficientes para que el nuevo asentamiento se convirtiera en la capital de la isla recién conquistada y en una de las primeras “ciudades de paz”.