Conservación en casa 2: «Un exquisito embalaje para un tesoro familiar»

Conservación en casa

 
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Un exquisito embalaje para un tesoro familiar


Es indudable que los museos son los depositarios de buena parte del patrimonio cultural de un pueblo o nación. En este sentido, los museos desempeñan, entre otras funciones, una labor de recolección y cuidado de sus colecciones.  Estos “cuidados” van dirigidos básicamente a la preservación de los diversos objetos que conforman estas colecciones habida cuenta de que, no nos olvidemos,Los museos […]custodian artefactos y especímenes para la sociedad, salvaguardan memorias diversas para las generaciones futuras […]”[1].

Cabe recordar que un elevadísimo número de bienes culturales no están expuestos al público en nuestras instituciones museísticas, sino que se encuentran almacenadas en los repositorios o depósitos de colecciones. Y es que, una parte de la conservación preventiva que se realiza en los museos, se encarga de desarrollar la preparación y embalaje de estos bienes.

El concepto de embalaje es algo que ha acompañado a la historia de la humanidad, dado que la necesidad de almacenaje y transporte ha estado presente en todas las civilizaciones, y se ha desarrollado a la par, presentando a lo largo de su historia distintas formas y materiales en función de las particularidades de lo que iba destinado a contener. De esta forma observamos la evolución de los materiales utilizados para su fabricación desde tiempos remotos hasta la actualidad. En este recorrido encontramos, entre otros materiales, juncos trenzados, recipientes cerámicos, barriles de madera o cajas de madera, cartón, plásticos, etc. En definitiva, a lo largo de la historia se han desarrollado nuevas formas con nuevos materiales que se han ido adaptando a los tiempos.

La función del embalaje consiste en conservar lo que almacena, aportando un refuerzo de protección que garantice la integridad física y química del bien que contiene, protegiéndolo de roturas, abrasiones y arañazos ante posibles golpes o movimientos bruscos. También lo resguarda del polvo y de la contaminación ambiental, así como que minimiza las variaciones ambientales de humedad y temperatura. Tiene pues, una función protectora muy importante para la conservación de las colecciones sean de la índole que sean.

El diseño y elaboración de embalajes específicos requiere esfuerzo, tiempo y recursos. Por esto, la calidad de los materiales y las técnicas empleadas en su elaboración, así como de la formación y experiencia del personal que lo realiza, son una garantía de preservación que los museos emplean a sus colecciones. Los materiales empleados en todo embalaje o contenedor dirigido a contener un objeto museístico, debe cumplir una serie de características: deben ser de pH neutro, inertes químicamente, libre de ácidos y no deben interactuar, ni física ni químicamente, con los elementos constitutivos del objeto al cual van destinados.

Además, deben adecuarse a las distintas tipologías y peculiaridades de las diversas colecciones: aves disecadas, cerámicas etnográficas, metales arqueológicos, libros y documentos históricos, pinturas y esculturas, indumentaria del s. XIX, y un largo etc. de objetos que se encuentran depositados en los Museos de Tenerife.

Otras consideraciones a tener en cuenta son la morfología, peso y dimensiones de la pieza que va a albergar; además de las partes que la componen, esto es, si es un objeto sencillo o compuesto, si su composición es homogénea o heterogénea; el estado de conservación en que se encuentra y en caso necesario, puntos de fragilidad o sensibles a valorar, etc.

En la elección de los embalajes debemos tener presente, así mismo, las distintas tipologías que existen: estándar o personalizados, simple o modulares, flotante, de plantillas o envoltura enrollado, etc.

Los embalajes no sólo van dirigidos al almacenaje de los objetos, sino que tienen que ser proyectados también para su traslado y movimiento. Y por qué no, su funcionalidad no tiene por qué estar reñida con la estética.

Llegados a este punto, y siendo conscientes del grado de atención que recibe el objeto museístico, pues obviamente es parte del patrimonio cultural y posee distintos niveles de protección institucional, tendríamos que preguntarnos qué pasa con esos “otros objetos cotidianos” que no han llegado a estar amparados por la ley ni por la institución museística pero que poseen cierto valor, ya sea simbólico, histórico, artístico y/o económico. Nos referimos a esas colecciones privadas, o a aquellas reliquias u objetos que han permanecido en la familia durante generaciones y que permanecen guardados en casa de cualquier manera al desconocer cómo almacenarlos de la forma más beneficiosa para su conservación. En definitiva, ¿no deberíamos darles el mismo cuidado, aunque no estén depositados en un museo? ¿qué trato pueden recibir esos otros objetos patrimoniales fuera de los museos?

En el panorama insular, por citar algunos ejemplos, ¿quién no tiene un “Traje de mago”?  o ¿algunas tacitas de porcelana de la bisabuela de las que no queremos desprendernos?, o ¿quizás el sable del abuelo?, o ¿ese entrañable abanico o ese camafeo que ha pertenecido a la familia ni sabemos cuántas generaciones ya?

Desde museos de Tenerife queremos animar a los propietarios de estos objetos a que tomen conciencia de que pueden mejorar la conservación de estos tesoros familiares, utilizando unos pocos materiales y siguiendo unas sencillas instrucciones con las que puedan elaborar embalajes que ayuden a preservarlos.

Por este motivo, a través de “Conservación en casa”, el Área de conservación-Restauración de Museos de Tenerife desea guiarles en la elaboración de un sencillo embalaje para almacenar, en esta ocasión, un objeto de pequeñas o medianas dimensiones.

Hemos elegido elaborar una caja para objetos de porcelana, cristal, vidrio o aquellos frágiles o delicados que precisan una protección especial. Para ello vamos a reforzar el embalaje con un almohadillado para un conjunto de “taza y plato de porcelana” .

 
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En primer lugar, vamos a seleccionar los materiales. Para ello es importante destacar que en los museos usamos, como hemos comentado, materiales que tienen “calidad conservación”. Adquirir estos materiales normalmente entraña ciertas dificultades dada la inexistencia de industrias comercializadoras en el territorio regional, su elevado importe económico y el sobrecoste que supone su traslado a las islas.

Por poner un ejemplo, para esta selección de embalaje que planteamos, lo ideal sería utilizar cartón de pH neutro y adhesivo termofusible de pH neutro para realizar la caja de embalaje y planchas de espuma de polietileno y tela no tejida de polietileno microperforada para el acolchado interior.

Sin embargo, somos conscientes de la dificultad para conseguir estos productos así que proponemos materiales alternativos que, no cumpliendo con todos los requisitos requeridos, son materiales compatibles con los objetos que planteamos y además se puede conseguir fácilmente en comercios del barrio o ciudad: ferreterías, papelerías o tiendas de venta de tejidos. Siempre será una alternativa mejor que almacenar las piezas sin ninguna protección o con materiales no apropiados que pueden, incluso, afectar a su conservación.

En la siguiente tabla se puede consultar las equivalencias entre los materiales de “calidad museo” y los materiales alternativos que les proponemos.

Material calidad museoMaterial alternativoProveedor
Cartón pH neutroCaja de cartónPapelerías
Espuma de Polietileno extruido de célula cerradaGuata de poliésterTiendas de venta de Tejidos
Tejido de fibras de polietileno de alta densidadBatista o popelina de algodón.Tiendas de venta de Tejidos

Una vez adquiridos los materiales, les invitamos a iniciar la elaboración del embalaje. Para ello, sólo hace falta seguir las instrucciones que facilitamos en el siguiente enlace: 

Una vez realizado el embalaje propuesto, ya sólo nos queda felicitarles por la labor de “cuidadores” de nuestro patrimonio. ¿qué tal se sienten? Espero que muy bien.

[1] Extracto de la propuesta para la nueva definición del “Museo” por el ICOM.

Ruth Rufino García
Técnico Superior del Área de Conservación/Restauración de Museos de Tenerife